
por Imanol Vergara
“Es difícil asumir que esto ya no nos pertenece”, la frase de Marcelo Bielsa post-eliminación de Chile en octavos de final ante Brasil sirve para ilustrar un sentimiento que también nos aqueja con un delay de cinco días. Pero mucho más difícil es intentar un análisis con la cabeza fría cuando el cadáver de un sueño aún humea.
La selección Argentina de fútbol se quedó sin mundial luego de la dolorosa derrota por 4 a 0 ante Alemania, la más abultada desde el 0-4 ante Holanda en la Copa del 74. Y con ello, el quinto mundial sin alcanzar las semifinales, 20 años que dicen que no son nada, pero las cintas con las imágenes de Italia 90 se ven roídas por el tiempo. Messi solo tenía 2 años, miren si no pasó el tiempo.
Como indica el manual, los análisis deben hacerse estudiando factores intrínsecos y extrínsecos. El análisis introspectivo va desde las puertas de la concentración hacia el campo de juego. Allí no hubo atenuantes ante un rival claramente superior en todas las líneas que jamás se sintió incomodado por el equipo de Diego y que con su típico juego alemán sumado a una generación dotada técnicamente (la de los Muller, Ozil, Podolski o Shweinsteinger) armó un verdadero festival de fútbol. Como nunca, la derrota argentina fue más mérito del rival que provocada por falencias propias. Por supuesto que hubo errores como la soledad de Mascherano en la mitad de la cancha, los huecos en defensa y la fragilidad emocional de un equipo que tras el segundo gol se desmoronó; pero el rival las acentuó y las capitalizó al máximo.
Desde las culpas que le caben al entrenador podríamos hablar de una lista de buena fe descompensada en la que para reemplazar a Mascherano sólo estaba Bolatti (más proclive al tránsito de balón que a la recuperación del mismo)o la presencia de seis delanteros cuando en el medio sólo habían tres recambios. Podría decirse que se equivocó Diego al no incluir a Verón ante los teutones para hacer doble 5 y ayudar tanto en la recuperación como en la creación y así liberar un poco más a Messi y alivianar a Masche. También podríamos endilgarle a Maradona la falta de reacción para hacer las sustituciones. Es fácil decirlo ahora, pero decirlo antes sería brujería especulativa.
En cuanto a los jugadores, el error más grave estuvo en la falta de rebeldía para sobreponerse a la adversidad. El gol de Muller a los dos minutos de partido propiciaba una situación insólita para la selección en este torneo: estar en desventaja. Sin embargo, contaban con algo a favor: el tiempo, quedaban 88 minutos para darlo vuelta, no lo aprovecharon. Además, hubo fallos como falta de concentración en las pelotas detenidas, anticipación para ganar las pelotas divididas y desmarque para dar opción de pase. Más allá de las facilidades que brindó Argentina, Alemania es un gran equipo y ganó por su propio mérito. No olvidar que esta selección venía de golear a Inglaterra y dar exhibiciones ante Australia y Ghana.
Sin embargo, este partido no debe empañar un aceptable mundial, que no alcanza a colmar las expectativas y la sed de victoria, pero hubo cosas rescatables. 1) La vocación ofensiva: Diego confió siempre en sus atacantes y en la filosofía del “no me importa que me claven 4 si yo clavo 5”, así la Argentina fue uno de los equipos más goleadores del torneo (10) y de los que más situaciones de gol generó (95 remates, 43 a puerta). 2) La innegociabilidad del tridente Messi-Higuaín-Tevez: muchos dirán que esos jugadores juegan solos, puede ser, pero Diego se la jugó, los puso y rindieron. 3) El manejo del grupo: Francia 98, Corea y Japón 02 y Alemania 06 estuvieron signados por las divisiones internas del plantel (Batistuta vs. Crespo-Piojo López, Sorín vs. Verón, o todos vs. Riquelme), Maradona armó un grupo unido en el que todos tiraban para el mismo lado. 4) La entrega del entrenador: absorbió todas las presiones, las cámaras, los flashes y los periodistas iban con él, el equipo se liberó, produjo buenas actuaciones y sumó la cota más alta de triunfos desde Mexico 86 (2 triunfos en Italia, 2 en EEUU, 3 en Francia, 1 en Corea y Japón, 3 en Alemania, 4 en Sudáfrica).
Puertas del búnker de Pretoria hacia afuera, es decir, a nivel dirigencial se puede leer la falta de una “política de Estado” que determine una línea coherente que defina un patrón de juego que se mantenga en el tiempo, más allá de los entrenadores y pese a los fracasos. Los 20 años sin semifinales muestran como se ha perdido el ADN del fútbol argentino, no por las derrotas, sino por la designación de los entrenadores, cuyos estilos y propuestas han sido variadas.
Coco Basile fue el primer DT post-Bilardo con un estilo totalmente antagónico al Narigón. Manejo de vestuario a la vieja usanza, acumulación de talento en ofensiva, poca rigurosidad táctica. Después de Coco, vino Passarella con un estilo de conducción personalista, autoritario, con un esquema de juego más equilibrado. Tras la desazón de Francia 98, arribó Marcelo Bielsa, un obsesivo de la táctica, detallista, de juego vertical, directo, riguroso e inflexible con un manejo de vestuario distante pero sin perder el control. Luego de la decepción de Corea-Japón, llegó Pekerman, un tipo pragmático, conocedor del recurso humano, que perdió el control sobre el vestuario y cuyo sistema de juego oscilaba entre el lirismo y la intrascendencia. Chau Pekerman, de vuelta Coco, chau Basile, welcome Maradona y lo que ya sabemos. Una montaña rusa de estilos.
Para que Argentina vuelva a estar entre los 4 mejores equipos del mundo, la AFA debe pensar más allá de los cuatro años que dura un proceso. Debe seguir el ejemplo de Alemania, España o, incluso y pese a todo, Italia. Los alemanes, dieron en 2002 la oportunidad a Jurgen Klinsmann que llegó con Joachim Low como ayudante. Manteniendo la filosofía del fútbol alemán, disciplinado y paciente, obtuvieron el tercer puesto en 2006. Klinsmann renunció pero asumió su ayudante que le agregó magia y asumió el costo político de llevar adelante el recambio generacional ¿Resultados? Subcampeón de Europa en 2008 y semifinalista en Sudáfrica. España con un juego estupendo, lírico, con sentido de la estética, cambió su historia y alzó la Euro 08. Se fue Aragonés y llegó Del Bosque, la misma escuela ¿Resultado? Por primera vez en la historia España es semifinalista de una Copa del Mundo. En tanto, pese a su temprana eliminación, Italia siempre ha sido fiel a su estilo y ha tenido entrenadores que lo respetaron. Podrá gustar o no, pero el resultadismo y el catenaccio le han dado a la azzurra 4 mundiales y una Eurocopa.
En fin se ha ido otro mundial, habrá tantas interpretaciones como personas hay en la Argentina. Se ha jugado bien, regular y mal, pero el resultado es el mismo de los últimos 20 años: lágrimas y ver las semis por TV. Por eso, esta situación es algo que excede al cuerpo técnico y a los jugadores. La historia del fútbol argentino necesita que la dirigencia cambie, y si no, que cambie la dirigencia. Porque si no seremos unos eternos abonados a “asumir que esto ya no nos pertenece”.